Historia de nuestro EDIFICIO
Convento hospital de Jesús de la Orden de San Juan de Dios
El Convento de San Juan de Dios cuenta con una historia dilatada e interesante, en algunos aspectos desconocida, y que merece la pena dedicarle unas páginas. Desde Hospital y Convento, pasando por Cuartel, Casa de Vecinos, Asilo, Centro de Enseñanza, o como lugar de reunión, su diversidad de usos le confieren una personalidad única.
La historia del Convento de San Juan de Dios es dilatada tanto en el tiempo como en acontecimientos que suceden dentro de sus muros. Para abordar la parte histórica y artística acudí al Vicario Martínez y a Marcos Ramos, dos destacados cronistas de nuestra localidad que, aunque no queramos siempre acabamos acudiendo a ellos. Con esto quiero indicar que la mayoría de los datos están extraídos de sus obras (nombradas en la bibliografía), por lo que más de un lector reconocerá algunos pasajes poco modificados, con algún añadido de cosecha propia y colaboración de compañeros de Puerta del Sol, pero sin ánimo de dar por mías las palabras de estos dos asidonenses. La parte dedicada a la imagen del Santísimo Cristo de la Reconciliación y Paz acudí al informe que se publicó con motivo de la restauración de la imagen.
La parte dedicada a la sífilis y su tratamiento en Medina Sidonia, acudí a varias enciclopedias para documentarme sobre esta terrible enfermedad, y a la memoria doctoral de D. Ángel Butrón y Linares, médico asidonense que trabajó en nuestra ciudad en el tratamiento de la misma.
La historia del Convento de San Juan de Dios es dilatada tanto en el tiempo como en acontecimientos que suceden dentro de sus muros. Para abordar la parte histórica y artística acudí al Vicario Martínez y a Marcos Ramos, dos destacados cronistas de nuestra localidad que, aunque no queramos siempre acabamos acudiendo a ellos. Con esto quiero indicar que la mayoría de los datos están extraídos de sus obras (nombradas en la bibliografía), por lo que más de un lector reconocerá algunos pasajes poco modificados, con algún añadido de cosecha propia y colaboración de compañeros de Puerta del Sol, pero sin ánimo de dar por mías las palabras de estos dos asidonenses. La parte dedicada a la imagen del Santísimo Cristo de la Reconciliación y Paz acudí al informe que se publicó con motivo de la restauración de la imagen.
La parte dedicada a la sífilis y su tratamiento en Medina Sidonia, acudí a varias enciclopedias para documentarme sobre esta terrible enfermedad, y a la memoria doctoral de D. Ángel Butrón y Linares, médico asidonense que trabajó en nuestra ciudad en el tratamiento de la misma.
HISTORIA DEL CONVENTO DE SAN JUAN DE DIOS (CASA HOSPITAL DE JESÚS): DESDE SU FUNDACIÓN HASTA NUESTROS DÍAS
La historia en Medina de los religiosos Mínimos de la Victoria y los Hospitalarios de San Juan de Dios está estrechamente ligada. Fundan sus respectivos conventos en 1579, contiguo el uno al otro, los Hospitalarios en la Corredera, contiguo al que los Mínimos tenían, donde se encontraba una ermita dedicada a San Sebastián. Los terrenos se encontraban extramuros, a 1 kilómetro aproximadamente del pueblo, en unos terrenos donados por el Concejo y que habían servido de cementerio de apestados.
Fue su fundador el Padre Fray Juan Pecador, promotor de otras fundaciones en la provincia de Cádiz, recibiendo la Casa-Hospital el nombre de Jesús. Se mantenía principalmente de limosnas y donaciones, también de herencias, así como de la devoción que existía, entre asidonenses y forasteros, a una imagen de la Virgen de la Salud, a la que también ofrecían limosnas.
Al estar la Casa-Hospital alejada de la ciudad, pidieron los permisos necesarios para establecerse en el centro (en el lugar donde actualmente se encuentra la iglesia de la Victoria), donde construyen la iglesia y el hospital. Esta nueva situación dentro del núcleo urbano, sin embargo, no supuso una mejora, ya que las limosnas y ayudas que recibían del pueblo disminuyeron. Hacia 1650, aprovechando la situación en que se encontraban los monjes Victorios, que deseaban un emplazamiento no tan alejado de la población, decidieron intercambiar los conventos, suponiendo para ambos una sustancial mejora, ya que los Mínimos encontraron un convento en el centro de la ciudad y los de San Juan de Dios una construcción amplia y adecuada a la función hospitalaria que ellos desarrollaban. Su situación en el campo, ventilada y más salubre que la concentración de la ciudad, ayudaba a aplicar el tratamiento a los enfermos de sífilis.
A finales del siglo XVII, el Presbítero y Canónigo de la Catedral de Cádiz, natural de Medina Sidonia, D. Cristóbal Patricio de la Gasca, costea la remodelación del convento adoptando la forma que más o menos íntegramente llega hasta nosotros. El hospital se dota de más enfermerías y dormitorios, para acoger a un mayor número de enfermos; también cuenta con nuevas celdas, patios y un hermoso claustro, así como una nueva iglesia, que fue el último edificio en construirse. Además, dispuso rentas suficientes para su mantenimiento.
La obra se terminó completamente a principios del siglo XVIII, y el Hospital continuó funcionando hasta el siglo XIX, aunque en sus últimos años se atendía preferentemente a la tropa. En 1835 se produce su exclaustración, con motivo del proceso de Desamortización de los Bienes de la Iglesia, vendiéndose el hospital y el convento. En 1875 pasó a convertirse en casa de vecinos, y en 1878 el conjunto se convierte en Asilo de Ancianos, atendido por las Hermanitas de los Pobres, que por dificultades económicas tuvieron que abandonar en 1926.
Fue su fundador el Padre Fray Juan Pecador, promotor de otras fundaciones en la provincia de Cádiz, recibiendo la Casa-Hospital el nombre de Jesús. Se mantenía principalmente de limosnas y donaciones, también de herencias, así como de la devoción que existía, entre asidonenses y forasteros, a una imagen de la Virgen de la Salud, a la que también ofrecían limosnas.
Al estar la Casa-Hospital alejada de la ciudad, pidieron los permisos necesarios para establecerse en el centro (en el lugar donde actualmente se encuentra la iglesia de la Victoria), donde construyen la iglesia y el hospital. Esta nueva situación dentro del núcleo urbano, sin embargo, no supuso una mejora, ya que las limosnas y ayudas que recibían del pueblo disminuyeron. Hacia 1650, aprovechando la situación en que se encontraban los monjes Victorios, que deseaban un emplazamiento no tan alejado de la población, decidieron intercambiar los conventos, suponiendo para ambos una sustancial mejora, ya que los Mínimos encontraron un convento en el centro de la ciudad y los de San Juan de Dios una construcción amplia y adecuada a la función hospitalaria que ellos desarrollaban. Su situación en el campo, ventilada y más salubre que la concentración de la ciudad, ayudaba a aplicar el tratamiento a los enfermos de sífilis.
A finales del siglo XVII, el Presbítero y Canónigo de la Catedral de Cádiz, natural de Medina Sidonia, D. Cristóbal Patricio de la Gasca, costea la remodelación del convento adoptando la forma que más o menos íntegramente llega hasta nosotros. El hospital se dota de más enfermerías y dormitorios, para acoger a un mayor número de enfermos; también cuenta con nuevas celdas, patios y un hermoso claustro, así como una nueva iglesia, que fue el último edificio en construirse. Además, dispuso rentas suficientes para su mantenimiento.
La obra se terminó completamente a principios del siglo XVIII, y el Hospital continuó funcionando hasta el siglo XIX, aunque en sus últimos años se atendía preferentemente a la tropa. En 1835 se produce su exclaustración, con motivo del proceso de Desamortización de los Bienes de la Iglesia, vendiéndose el hospital y el convento. En 1875 pasó a convertirse en casa de vecinos, y en 1878 el conjunto se convierte en Asilo de Ancianos, atendido por las Hermanitas de los Pobres, que por dificultades económicas tuvieron que abandonar en 1926.
En 1928 se traslada el Cuartel de la Guardia Civil desde el antiguo Convento de San Francisco hasta el de San Juan de Dios. Hacia el año 1963 se construye el actual Cuartel de la Corredera y San Juan de Dios se transforma en Colegio Libre de Enseñanza Media Adoptado, con un número de 90 alumnos en su primer año de funcionamiento. Durante los años 60 y 70, el claustro del convento sirvió como lugar de reuniones, tanto para celebrar bodas, bautizos y comuniones, como lugar de ensayo de la banda de cornetas y tambores y de las “Majorettes”. El Colegio Libre de Enseñanza Media Adoptado es trasladado en 1971 al Parque del Caminillo, entonces del Generalísimo, y el edificio se utiliza para albergar a parte de los alumnos que, por falta de espacio, pertenecían al Colegio Nacional Santiago el Mayor.
En el año 1980 se creó el Instituto de Formación Profesional San Juan de Dios, conviviendo durante unos años con los alumnos desplazados del Colegio Santiago el Mayor, impartiendo las especialidades de Electricidad y Administrativo, y en 1984 la de Agraria. Por estas fechas, el Colegio Santiago construye un nuevo edificio, el actual Colegio Público Ángel Ruiz Enciso, y el convento de San Juan de Dios acoge únicamente a alumnos de formación profesional. En 1991 se ponen en marcha, de forma experimental, los Módulos Profesionales y el Bachillerato, y en 1994 se convierte en Instituto de Enseñanza Secundaria, implantándose de forma progresiva las actuales enseñanzas: ESO, Bachillerato y Ciclos Formativos.
En el año 1980 se creó el Instituto de Formación Profesional San Juan de Dios, conviviendo durante unos años con los alumnos desplazados del Colegio Santiago el Mayor, impartiendo las especialidades de Electricidad y Administrativo, y en 1984 la de Agraria. Por estas fechas, el Colegio Santiago construye un nuevo edificio, el actual Colegio Público Ángel Ruiz Enciso, y el convento de San Juan de Dios acoge únicamente a alumnos de formación profesional. En 1991 se ponen en marcha, de forma experimental, los Módulos Profesionales y el Bachillerato, y en 1994 se convierte en Instituto de Enseñanza Secundaria, implantándose de forma progresiva las actuales enseñanzas: ESO, Bachillerato y Ciclos Formativos.
ASPECTOS ARTÍSTICOS.
A pesar de las diversas reformas que el edificio ha sufrido con motivo de los variados usos que ha tenido, la construcción conserva en buen estado el Claustro y la Iglesia del siglo XVII.El Claustro tiene unas medidas de 26 x 19 metros, con 6 columnas en sus lados menores y 8 en los mayores, de orden dórico toscano, arcos de medio punto y en las esquinas bóvedas de arista. Las dependencias dedicadas a la administración y despachos están cubiertas por bóvedas de lunetos. Cuenta con un pozo central de brocal octogonal que da a un aljibe.
La Iglesia es de una sola nave, que se ensancha en un antecrucero de planta exedrada y con un crucero que no sobresale del plano. Tiene una bóveda de cañón con lunetos y cúpula sobre pechinas en el crucero, así como adornos geométricos que decoran el interior de los arcos de las capillas del crucero. La fachada, sencilla y sin apenas decoración, cuenta con una puerta flanqueada por dos columnas dóricas, arquitrabada y con el dintel y las jambas decoradas con relieves geométricos. Sobre la puerta y entre dos ventanas que dan al Coro, se encuentra una hornacina con una cruz bicolor sobre podium y tres estrellas en el cielo de la misma. La torre, a la derecha si la miramos de frente, es de ladrillo y azulejos en el campanario, como otras torres de la localidad.
La Imaginería, de la que tenemos noticia gracias a los inventarios, ha sufrido numerosos cambios con el paso de los años. El Altar Mayor se corona con la imagen de San Juan de Dios, a los lados San José y San Antonio, San Rafael y San Miguel. En la hornacina central la venerada imagen de Nuestra Señora de la Salud, que tantas limosnas y oraciones recibía de asidonenses y forasteros, y sobre ella y bajo San Juan de Dios, un Niño Jesús. Parece ser que en el lugar donde actualmente se encuentra San Rafael, existía una imagen de San Carlos Borromeo.
Otras imágenes que menciona el inventario de la Iglesia son Santa Rosalía, San Sebastián, del que ya existía cofradía en 1581 destacando el manierismo en su talla y Nuestra Señora de Belén. El inventario no menciona el Santísimo Cristo de la Reconciliación y Paz, ni Nuestra Señora de los Dolores. Sí hace mención de una imagen procesional, el Señor de los Milagros, imagen de un crucificado, que no he podido averiguar si se refiere al anterior o es una imagen ya desaparecida.
La imagen del Santísimo Cristo de la Reconciliación y Paz es una escultura de bulto redondo, exenta, realizada para oratorio o altar, no para Hermandad o Cofradía. La escultura, tallada en madera de dos tipos (cedro y pino de Flandes), no es de bloque macizo, está ahuecada en su parte central que corresponde a la espalda-tórax. La misma, concebida en su modelado de un gusto exquisito, contrasta el rictus de los ojos con la caída de la cabeza abajo y a la derecha en el óbito de la muerte. Destaca la belleza en el modelado del torso, así como el sudario dorado “a regatinos”. La corona de espina se labra en la misma cabeza de forma serpenteante. El gesto del cuerpo, pese a su composición, es de gran belleza formal, de destacar las piernas, su policromía de sangre en paralelo y “a vandas”.1
Está atribuida a Juan Bautista Vázquez el Viejo, uno de los escultores del altar mayor de la Iglesia de Santa María Mayor la Coronada. Nace en 1510 en Salamanca, trabajando para Andalucía y América principalmente. Es escultor, pintor y grabador, especializado en retablos, relieves y monumentos. Su formación es castellana y andaluza, formando escuela recogiendo el testigo de Isidro de Villoldo, colaborador de Berruguete.
La Iglesia es de una sola nave, que se ensancha en un antecrucero de planta exedrada y con un crucero que no sobresale del plano. Tiene una bóveda de cañón con lunetos y cúpula sobre pechinas en el crucero, así como adornos geométricos que decoran el interior de los arcos de las capillas del crucero. La fachada, sencilla y sin apenas decoración, cuenta con una puerta flanqueada por dos columnas dóricas, arquitrabada y con el dintel y las jambas decoradas con relieves geométricos. Sobre la puerta y entre dos ventanas que dan al Coro, se encuentra una hornacina con una cruz bicolor sobre podium y tres estrellas en el cielo de la misma. La torre, a la derecha si la miramos de frente, es de ladrillo y azulejos en el campanario, como otras torres de la localidad.
La Imaginería, de la que tenemos noticia gracias a los inventarios, ha sufrido numerosos cambios con el paso de los años. El Altar Mayor se corona con la imagen de San Juan de Dios, a los lados San José y San Antonio, San Rafael y San Miguel. En la hornacina central la venerada imagen de Nuestra Señora de la Salud, que tantas limosnas y oraciones recibía de asidonenses y forasteros, y sobre ella y bajo San Juan de Dios, un Niño Jesús. Parece ser que en el lugar donde actualmente se encuentra San Rafael, existía una imagen de San Carlos Borromeo.
Otras imágenes que menciona el inventario de la Iglesia son Santa Rosalía, San Sebastián, del que ya existía cofradía en 1581 destacando el manierismo en su talla y Nuestra Señora de Belén. El inventario no menciona el Santísimo Cristo de la Reconciliación y Paz, ni Nuestra Señora de los Dolores. Sí hace mención de una imagen procesional, el Señor de los Milagros, imagen de un crucificado, que no he podido averiguar si se refiere al anterior o es una imagen ya desaparecida.
La imagen del Santísimo Cristo de la Reconciliación y Paz es una escultura de bulto redondo, exenta, realizada para oratorio o altar, no para Hermandad o Cofradía. La escultura, tallada en madera de dos tipos (cedro y pino de Flandes), no es de bloque macizo, está ahuecada en su parte central que corresponde a la espalda-tórax. La misma, concebida en su modelado de un gusto exquisito, contrasta el rictus de los ojos con la caída de la cabeza abajo y a la derecha en el óbito de la muerte. Destaca la belleza en el modelado del torso, así como el sudario dorado “a regatinos”. La corona de espina se labra en la misma cabeza de forma serpenteante. El gesto del cuerpo, pese a su composición, es de gran belleza formal, de destacar las piernas, su policromía de sangre en paralelo y “a vandas”.1
Está atribuida a Juan Bautista Vázquez el Viejo, uno de los escultores del altar mayor de la Iglesia de Santa María Mayor la Coronada. Nace en 1510 en Salamanca, trabajando para Andalucía y América principalmente. Es escultor, pintor y grabador, especializado en retablos, relieves y monumentos. Su formación es castellana y andaluza, formando escuela recogiendo el testigo de Isidro de Villoldo, colaborador de Berruguete.
SÍFILIS. LA ENFERMEDAD Y SU TRATAMIENTO EN MEDINA SIDONIA.
Hacia 1500 surgió para los médicos una enfermedad de discutido origen. Se dijo que había sido importada por los marinos de Colón de América a España, y de aquí a Francia e Italia, o viceversa, pues fue llamada la enfermedad francesa (morbus gallicus) por los napolitanos, en cuyo país se hizo epidémica después de la llegada de los ejércitos franceses invasores (1494), y la enfermedad napolitana (mal de Nápoles) en Francia, donde fue difundida por los ejércitos franceses que regresaban. Fuera la enfermedad un morbus americanus, gallicus o neapolitanus o como también se ha sostenido una forma epidémica de la viruela medieval, llegó a ser más conocida por el morbus gallicus durante un tiempo.
Girolamo Fracastoro de Verona (1483-1553), profesor de lógica y médico, publicó en 1530 un poema titulado Syphilis sive de morbo gallico, y en adelante la enfermedad fue llamada sífilis, por el nombre de un pastor en el poema al que Apolo trató de una enfermedad ulcerosa. El poema mencionaba como remedios para la enfermedad el mercurio y el guayaco, una resina utilizada por los indios americanos.
La sífilis es una enfermedad contagiosa crónica cuyo agente etiológico es la Spirochaeta pallida o Treponoma pallidum. Poco después del descubrimiento de América aparecieron en Europa los primeros casos, y desde aquí se extendió esta enfermedad por el resto del mundo. Existe una sífilis adquirida y otra congénita; la primera se contrae comúnmente a través de relaciones sexuales, mientras que en la segunda la transmisión tiene lugar durante la vida intrauterina por vía placentaria.
El médico asidonense D. Ángel Butrón y Linares escribió en 1911 una memoria para el doctorado titulada Las fricciones mercuriales en Medina Sidonia, donde nos da noticias sobre el tratamiento aplicado en nuestra localidad para la curación de la sífilis así como el método empleado en el Hospital de Jesús de la Orden San Juan de Dios, siendo un documento interesantísimo para un mejor conocimiento de la labor desarrollada en esta institución.
El método de curación de la sífilis por fricciones mercuriales, tradicional y tal vez originario de nuestra nación, es el que en primer lugar estudian y describen casi todos los sifiliógrafos, considerándolo como el más eficaz y rápido; pero es hoy el que menos se aplica, porque, sin duda, á pesar de su actividad y energía se le achacan inconvenientes que oscurecen sus reconocidas ventajas.
También es de tradición que los enfermos de sífilis buscaran su curación en la ciudad de Medina Sidonia, por ser el lugar elegido por la Orden de San Juan de Dios para la fundación de un hospital exclusivamente para sifilíticos; algunos autores como Hontañón, consignan lo favorable de aquella población para el objeto, sin reseñar razones técnicas que lo justifiquen, si bien comúnmente se atribuye la eficacia de los excelentes resultados del citado tratamiento á la bondad del clima y situación favorable del pueblo mencionado.2
Continuando con la Memoria del Doctor Butrón, hace mención a la Cronología Hospitalaria de Fray Juan Santos, para referirse al Hospital fundado por la Orden de San Juan de Dios:
El Padre Fr. Juan Santos en su “Cronología hospitalaria”, dice: “En esta ciudad (Medina Sidonia), entró nuestra religión por los años de mil quinientos y setenta y nueve á fundar el Hospital, á quien pusieron por nombre Jesús; empezó con doce camas para solo dar unciones, y no tenía ninguna para convalecientes, siéndoles preciso dar de alta á los enfermos en cuanto recibían tres unciones, para dar entrada á nuevos enfermos, atribuyendo la curación de los uncionados con sólo tres unciones, á una imagen de la Virgen, á la que pusieron de la Salud”...
Además, los frailes asistían á los particulares en sus casas y á los forasteros pudientes en casas que se dedicaban a admitir á esa clase de enfermos.
No pretendemos que Medina Sidonia sea la población en que primero se trataran sifilíticos, pues es sabido que en casi todos los hospitales fundados por San Juan de Dios había algunas camas para el morbo gálico, pero sí afirmamos que el primer hospital dedicado exclusivamente para la curación de la sífilis, fue, si hemos de creer el testimonio del autor de la “Cronología hospitalaria”, el de Medina Sidonia…
Veamos como los frailes practicaban este tratamiento, ateniéndonos a los pocos datos que existen y apoyándonos en la tradición y á lo escuchado por nosotros á nuestro ilustre pariente y eminente literato, Dr. Thebussem... Los frailes recibían á los enfermos, en el lamentable estado que es de suponer en aquellos tiempos (aun hoy los que van lo hacen en grave estado); el médico o cirujano del establecimiento diagnosticaba y una vez sabido que era gálico, se le señalaba una cama. Al día siguiente de su llegada al convento, se purgaban; al otro día se acostaban temprano y le aplicaban una fricción larga manu; los legos encargados de dar las unciones, llevaban un puchero de barro con ungüento mercurial y con la cantidad de él, que cogían en los cuatro dedos, friccionaban las dos piernas del paciente hasta extinguir toda la pomada; dos días más hacen la misma operación, y el paciente no abandona la cama hasta el día siguiente al de la última fricción; la segunda fricción se daba en los muslos, y la tercera en la espalda, sin preocuparse para nada de la estomatitis, y más bien deseándola,…
Girolamo Fracastoro de Verona (1483-1553), profesor de lógica y médico, publicó en 1530 un poema titulado Syphilis sive de morbo gallico, y en adelante la enfermedad fue llamada sífilis, por el nombre de un pastor en el poema al que Apolo trató de una enfermedad ulcerosa. El poema mencionaba como remedios para la enfermedad el mercurio y el guayaco, una resina utilizada por los indios americanos.
La sífilis es una enfermedad contagiosa crónica cuyo agente etiológico es la Spirochaeta pallida o Treponoma pallidum. Poco después del descubrimiento de América aparecieron en Europa los primeros casos, y desde aquí se extendió esta enfermedad por el resto del mundo. Existe una sífilis adquirida y otra congénita; la primera se contrae comúnmente a través de relaciones sexuales, mientras que en la segunda la transmisión tiene lugar durante la vida intrauterina por vía placentaria.
El médico asidonense D. Ángel Butrón y Linares escribió en 1911 una memoria para el doctorado titulada Las fricciones mercuriales en Medina Sidonia, donde nos da noticias sobre el tratamiento aplicado en nuestra localidad para la curación de la sífilis así como el método empleado en el Hospital de Jesús de la Orden San Juan de Dios, siendo un documento interesantísimo para un mejor conocimiento de la labor desarrollada en esta institución.
El método de curación de la sífilis por fricciones mercuriales, tradicional y tal vez originario de nuestra nación, es el que en primer lugar estudian y describen casi todos los sifiliógrafos, considerándolo como el más eficaz y rápido; pero es hoy el que menos se aplica, porque, sin duda, á pesar de su actividad y energía se le achacan inconvenientes que oscurecen sus reconocidas ventajas.
También es de tradición que los enfermos de sífilis buscaran su curación en la ciudad de Medina Sidonia, por ser el lugar elegido por la Orden de San Juan de Dios para la fundación de un hospital exclusivamente para sifilíticos; algunos autores como Hontañón, consignan lo favorable de aquella población para el objeto, sin reseñar razones técnicas que lo justifiquen, si bien comúnmente se atribuye la eficacia de los excelentes resultados del citado tratamiento á la bondad del clima y situación favorable del pueblo mencionado.2
Continuando con la Memoria del Doctor Butrón, hace mención a la Cronología Hospitalaria de Fray Juan Santos, para referirse al Hospital fundado por la Orden de San Juan de Dios:
El Padre Fr. Juan Santos en su “Cronología hospitalaria”, dice: “En esta ciudad (Medina Sidonia), entró nuestra religión por los años de mil quinientos y setenta y nueve á fundar el Hospital, á quien pusieron por nombre Jesús; empezó con doce camas para solo dar unciones, y no tenía ninguna para convalecientes, siéndoles preciso dar de alta á los enfermos en cuanto recibían tres unciones, para dar entrada á nuevos enfermos, atribuyendo la curación de los uncionados con sólo tres unciones, á una imagen de la Virgen, á la que pusieron de la Salud”...
Además, los frailes asistían á los particulares en sus casas y á los forasteros pudientes en casas que se dedicaban a admitir á esa clase de enfermos.
No pretendemos que Medina Sidonia sea la población en que primero se trataran sifilíticos, pues es sabido que en casi todos los hospitales fundados por San Juan de Dios había algunas camas para el morbo gálico, pero sí afirmamos que el primer hospital dedicado exclusivamente para la curación de la sífilis, fue, si hemos de creer el testimonio del autor de la “Cronología hospitalaria”, el de Medina Sidonia…
Veamos como los frailes practicaban este tratamiento, ateniéndonos a los pocos datos que existen y apoyándonos en la tradición y á lo escuchado por nosotros á nuestro ilustre pariente y eminente literato, Dr. Thebussem... Los frailes recibían á los enfermos, en el lamentable estado que es de suponer en aquellos tiempos (aun hoy los que van lo hacen en grave estado); el médico o cirujano del establecimiento diagnosticaba y una vez sabido que era gálico, se le señalaba una cama. Al día siguiente de su llegada al convento, se purgaban; al otro día se acostaban temprano y le aplicaban una fricción larga manu; los legos encargados de dar las unciones, llevaban un puchero de barro con ungüento mercurial y con la cantidad de él, que cogían en los cuatro dedos, friccionaban las dos piernas del paciente hasta extinguir toda la pomada; dos días más hacen la misma operación, y el paciente no abandona la cama hasta el día siguiente al de la última fricción; la segunda fricción se daba en los muslos, y la tercera en la espalda, sin preocuparse para nada de la estomatitis, y más bien deseándola,…
Como se desprende de la manera de dar las fricciones con grandes cantidades de pomada, al levantarse el enfermo tenía ya una estomatitis brutal, le colgaban un puchero en el cuello (puchero de barro fabricado en la ciudad) 3, y lo mandaban a pasear por el campo. Debían estar en el convento a las horas de las comidas (los que pudieran hacerlas) y por la tarde cuidar mucho que no se les pusiera el sol fuera del convento, pues de suceder esto se quebrantaban las unciones y pasados los cuarenta y cinco días del tratamiento completo, tenían que empezar de nuevo…
Cuentan los que aún recuerdan haber visto enfermos tratados en el Hospital de San Juan de Dios (el Dr. Thebussem), que los enfermos salían al campo con la lengua fuera, llena de úlceras y sin cesar un momento de babear (salivación) en el puchero que llevaban al cuello, y cuyo contenido vaciaban varias veces, siendo un espectáculo triste y curioso al mismo tiempo, ver una larga fila de hombres paseando del modo descrito, y más curioso aún, porque debemos advertir que estos enfermos en los cuarenta y cinco días que permanecían en la ciudad, no se lavaban, no se cortaban el pelo, barba ni uñas, ni se mudaban la ropa interior. Este tratamiento es, aun hoy día, alabado por los ancianos que conocieron el convento de San Juan de Dios cuando los frailes administraban las unciones.
Decía el Vicario Martínez en su ya citada historia, que el Estado enviaba a los soldados sifilíticos para que fueran asistidos en Medina Sidonia, y así refiere el Dr. Thebussem que sucedió desde fines del siglo XVIII hasta el primer tercio del XIX, y para demostrar lo cruel del tratamiento, recuerda el mismo Dr. Thebussem, que los soldados que estaban sometidos al tratamiento de unciones, cantaban la siguiente cuarteta:
Si Dios me saca con bien
De mi viaje a Medina,
Ciento y cincuenta botones
He de echar a mi pretina.
De esta manera describe el Doctor Butrón el tratamiento aplicado en el Hospital de San Juan de Dios, sistema que por su eficacia continuó aplicándose en Medina Sidonia una vez que el convento fue exclaustrado. Parece que los enfermos se negaban a modificar un ápice este sistema, diciendo a los médicos “yo vengo a curarme a la antigua” y en los tiempos en que fue escrita esta memoria, algunos querían seguir manteniendo la tradición de no lavarse ni mudarse de ropa, porque así quebraban las unciones, aunque estaba demostrado que la efectividad del tratamiento era la misma si se tomaban unas mínimas medidas de higiene.
Los resultados eran espectaculares, según cuenta el Doctor Butrón: …produce desde luego una curación manifiesta y duradera en los hijos de la ciudad, que por tener gran fe en el método, en cuanto notan las primeras manifestaciones secundarias, se someten al tratamiento; en los dos mil enfermos de la localidad que hemos tratado, podemos afirmar que no ha habido recidivas, y algunos hace siete y ocho años que fueron tratados; debo advertir que la mayoría de los sifilíticos medineses, espontáneamente y por tradición, no se conforman con tomar una sola vez las unciones, sino que, aun sin tener síntomas, toman las unciones durante dos o tres primaveras y sin asistencia del médico, poniéndose dos o tres onzas de pomada. Esta costumbre que hoy se va perdiendo,..., es tradicional allí, hasta el extremo, que hasta hace veinte o treinta años ningún joven dejaba de tomar las unciones antes de contraer matrimonio.
Actualmente, estos tratamientos tan agresivos han sido sustituidos por los antibióticos, con la consiguiente mejora en la calidad de vida del enfermo.
Desde su fundación hasta nuestros días, el Convento de San Juan de Dios ha estado ligado a la función social: al cuidado de enfermos, primero; vecinos que lo utilizaron como vivienda; Asilo para ancianos; Cuartel de la Guardia Civil, pero abierto a otros usos como cursos para coser a máquina; y por último como centro de enseñanza, por el que han pasado todas las reformas educativas de los últimos 40 años, pero sobre todo como espacio abierto para la población, para sus manifestaciones religiosas y festivas, como lugar de encuentro y convivencia.
Cuentan los que aún recuerdan haber visto enfermos tratados en el Hospital de San Juan de Dios (el Dr. Thebussem), que los enfermos salían al campo con la lengua fuera, llena de úlceras y sin cesar un momento de babear (salivación) en el puchero que llevaban al cuello, y cuyo contenido vaciaban varias veces, siendo un espectáculo triste y curioso al mismo tiempo, ver una larga fila de hombres paseando del modo descrito, y más curioso aún, porque debemos advertir que estos enfermos en los cuarenta y cinco días que permanecían en la ciudad, no se lavaban, no se cortaban el pelo, barba ni uñas, ni se mudaban la ropa interior. Este tratamiento es, aun hoy día, alabado por los ancianos que conocieron el convento de San Juan de Dios cuando los frailes administraban las unciones.
Decía el Vicario Martínez en su ya citada historia, que el Estado enviaba a los soldados sifilíticos para que fueran asistidos en Medina Sidonia, y así refiere el Dr. Thebussem que sucedió desde fines del siglo XVIII hasta el primer tercio del XIX, y para demostrar lo cruel del tratamiento, recuerda el mismo Dr. Thebussem, que los soldados que estaban sometidos al tratamiento de unciones, cantaban la siguiente cuarteta:
Si Dios me saca con bien
De mi viaje a Medina,
Ciento y cincuenta botones
He de echar a mi pretina.
De esta manera describe el Doctor Butrón el tratamiento aplicado en el Hospital de San Juan de Dios, sistema que por su eficacia continuó aplicándose en Medina Sidonia una vez que el convento fue exclaustrado. Parece que los enfermos se negaban a modificar un ápice este sistema, diciendo a los médicos “yo vengo a curarme a la antigua” y en los tiempos en que fue escrita esta memoria, algunos querían seguir manteniendo la tradición de no lavarse ni mudarse de ropa, porque así quebraban las unciones, aunque estaba demostrado que la efectividad del tratamiento era la misma si se tomaban unas mínimas medidas de higiene.
Los resultados eran espectaculares, según cuenta el Doctor Butrón: …produce desde luego una curación manifiesta y duradera en los hijos de la ciudad, que por tener gran fe en el método, en cuanto notan las primeras manifestaciones secundarias, se someten al tratamiento; en los dos mil enfermos de la localidad que hemos tratado, podemos afirmar que no ha habido recidivas, y algunos hace siete y ocho años que fueron tratados; debo advertir que la mayoría de los sifilíticos medineses, espontáneamente y por tradición, no se conforman con tomar una sola vez las unciones, sino que, aun sin tener síntomas, toman las unciones durante dos o tres primaveras y sin asistencia del médico, poniéndose dos o tres onzas de pomada. Esta costumbre que hoy se va perdiendo,..., es tradicional allí, hasta el extremo, que hasta hace veinte o treinta años ningún joven dejaba de tomar las unciones antes de contraer matrimonio.
Actualmente, estos tratamientos tan agresivos han sido sustituidos por los antibióticos, con la consiguiente mejora en la calidad de vida del enfermo.
Desde su fundación hasta nuestros días, el Convento de San Juan de Dios ha estado ligado a la función social: al cuidado de enfermos, primero; vecinos que lo utilizaron como vivienda; Asilo para ancianos; Cuartel de la Guardia Civil, pero abierto a otros usos como cursos para coser a máquina; y por último como centro de enseñanza, por el que han pasado todas las reformas educativas de los últimos 40 años, pero sobre todo como espacio abierto para la población, para sus manifestaciones religiosas y festivas, como lugar de encuentro y convivencia.
BIBLIOGRAFÍA:
Boletín Municipal: Balcón a la Plaza de España, Medina Sidonia, 1963. * BUTRÓN Y LINARES, Ángel: Las Fricciones Mercuriales en Medina Sidonia. Memoria para el Doctorado, Madrid, Enc. Y Tip. De Francisco Ochoa, 1911. * Folleto 25º Aniversario Hermandad del Santísimo Cristo de la Reconciliación y Paz y Ntra Sra. de los Milagros, Medina Sidonia, 2000. * MARTÍNEZ Y DELGADO, Francisco. Historia de la ciudad de Medina Sidonia, edición facsimilar de la obra de 1875, Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz, 1991. * RAMOS ROMERO, Marcos. Medina Sidonia. Arte, Historia y Urbanismo, Cádiz, Excma. Diputación Provincial de Cádiz, 1981. * VV.AA., Diccionario Enciclopédico Abreviado, Bilbao, Espasa Calpe, S.A., 1932. * VV.AA., Enciclopedia Monitor, Navarra, Salvat, 1970. * VV.AA., Historia de la Humanidad UNESCO, Barcelona, Planeta, 1977. |